Me han robado la mountain bike, y no ha sido en la Plaza Real, como cantaba Sergio Makaroff.
Ocurrió hace un par de días. Mona se llevó mi mountain bike para dar una vuelta por un pueblo cercano, uno de los más bonitos y que pasan más desapercibidos de la isla. No lo mencionaremos para no dar pistas sobre la identidad del protagonista que en breve voy a narrar.
Después de varios kilómetros pedaleando, Mona llegó al pueblo que le enseñé días atrás en un paseo en moto. Le encantó igual que a mí cuando lo visité por primera vez. Sus vistas, su vegetación, la tranquilidad que se respira… mignon, como dicen los franceses. Un pueblito con encanto. En eso que llega al centro del pueblo y aparca la bici a un lado poniéndole el candado para disponerse a dar una vuelta por sus calles. A su vuelta se fija que la rueda trasera está pinchada. Shit! tiene que llamar a mis compis para que vayan a buscarla. La pasan a recoger pero la bicicleta queda allá, amarrada, no cabía en el coche. Quedó allá para cuando yo volviera del trabajo para meterla en mi coche.
Por la tarde fuimos a buscarla y nos llevamos la sorpresa. No estaba. Había atado la bici entre la rueda y el cuadro de la misma, sin atarla en una farola o algo parecido. Ya la liamos. Miro a mi alrededor a lo John Travolta, hasta que caigo en la cuenta que en el bar de enfrente alguien ha debido ver algo. Demasiada gente en la terraza para que a alguien le hubiera pasado desapercibido.
Pregunto a la mujer del bar y me dice que no sabe nada, empezó su turno al mediodía. En eso que un señor que estaba en el extremo de la barra del bar se nos acerca y nos dice:
– ¿Sois los dueños de la bicicleta? Yo sé quién la tiene.
Nuestra cara de sorpresa es innegable…
– ¿¿Quién la tiene??
– La policía.
– ¿Porqué? ¿estaba prohibido dejarla ahí?
Nos contó que un policía municipal la vio ahí sola y decidió guardarla en su almacén al ver la posibilidad de que alguien se la llevase cargándola al hombro. El policía hizo como en aquella peli protagonizada por Tom Cruise, donde actuaba antes de que se cometiera el delito, se anticipó a las posibles fechorías de los amantes de lo ajeno. Al día siguiente llamé a la policía local y le expliqué lo ocurrido. Él me contó su versión de lo ocurrido y se excusó por su acción argumentando que ya habían robado más de una bicicleta en el pueblo.
Fin del misterio con final feliz. Mañana toca cambiarle la cámara y a rodar de nuevo se ha dicho.
Vaya, me olía a misterioso ladrón, y al final, mira! Qué bien que la pudieran recuperar, ahora nos dejas pensando en qué rincón fue la aventura. Algo de misterio sí que dejas jeje.
Un abrazote a los aventureros biciclistas 🍀.
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¡Anda! no me esperaba ese final para nada. Pensé que sería una historia a la alemana. En plan, robo de bici, burocracia para denunciar el robo (policía, seguro, etc.) y acabar comprando otra nueva. Menos mal que no fue así 🙂
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Menos mal que existen policías bien intencionados sí 🙂
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Jajajaja, me has sabido mantener con la curiosidad hasta el final, menuda sorpresa.
Todo salió bien.
Un abrazo.
Me encantó el relato⚘
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Sí bueno, hago de cualquier acontecimiento un drama, pero la cosa quedó en una anécdota.
Gracias por pasarte a leer y hacerme saber que te gustó. Un abrazo.
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AAAy que no vi tu comentario hasta ahora! Me alegro que te gustase la historia, un abrazo con muuucho retraso!
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