El barquito chiquitito

Vuelven las veletas. El tonto de las veletas.

Estos días, voy con la antena puesta en busca de veletas que capturar. En Alemania se llevan más las casas que los edificios, así que se multiplican las posibilidades a la hora de encontrar una veleta interesante que no sean los típicos gallos de las iglesias.

Esta veleta del velero la encontré cerca de casa. Nunca había reparado en ella hasta hace unos días, pasando cerca del cementerio de un cementerio judío. Se me hace raro ver una veleta con un motivo marinero tan lejos del mar. La playa más cercana está a algo más de 200 kms si vas a Holanda, y a un puñado de kilómetros más si vas al norte, a las costas teutonas, que haberlas haylas.

El barquito chiquitito

Había una vez un barquito chiquitito 
Había una vez un barquito chiquitito 
Que no sabía, que no sabía, que no sabía navegar. 

Pasaron un dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas 
Pasaron un dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas 
Y aquel barquito y aquel barquito, 
y aquel barquito navegó. 

Había una vez un barquito chiquitito 
Había una vez un barquito chiquitito 
Que no sabía, que no sabía, que no sabía navegar. 

Tal vez ese velero y yo tenemos cosas en común. Los dos estamos muy lejos de casa, al menos de la que conocimos en nuestros primeros años.  Pero aquí estamos, esperando mejores vientos, y disfrutando de nuestro nuevo puerto.

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