Amberes y Gante, lugares para descubrir

Volvemos a Bélgica a dejarnos seducir ya no sólo por sus bombones ni su conocida variedad de ricas cervezas, sino por dos de sus ciudades más importantes a la par que bonitas. Amberes y Gante. La primera es la segunda ciudad más importante de Bélgica después de Bruselas, y me atrevería a decir que mueve más dinero gracias a el comercio que se mueve en la ciudad gracias a el segundo mayor puerto de Europa después de el de Rotterdam. Eso y ser líderes en el comercio de diamantes. El 80% de los diamantes se hacen y venden allí. La segunda, pero no menos importante es Gante. Esta ciudad a medio camino entre Brujas y Amberes, está literalmente a medio camino tanto en kilómetros de distancia como en la mezcla entre una y otra ciudad. Es turística como Brujas, pero no tanto, y se nota que hay vida más allá del turismo y una gran oferta de actividades culturales, más parecido a una ciudad como Amberes. La verdad es que es difícil de quedarse con una de las dos puesto que tienen atractivos diferentes.

La estación monumental, uno de los zoos más antiguos del mundo y el barrio chino

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La estación.

Amberes tiene una de las estaciones de tren más alucinantes y bonitas que he visto. Tal vez no superior a la de Milán, tal vez no tiene el encanto especial de la estación de Valencia, pero es digna de mención. A su lado, lo que se dice pegado a ella se encuentra el Zoo, que por lo visto es bastante conocido y apreciado. Sólo lo pudimos ver desde la entrada pero la entrada ya era bella en sí misma. Coronada por un dromedario y su jinete en lo alto de uno de los edificios. No iba a ser todo caballos en las esculturas.

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Los andenes de la estación.

 

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El dromedario plantado en uno de los edificios colindantes al zoo.

Si se anda un poco más a la derecha, a poco menos de 200 mts, se puede ver una puerta oriental que avisa del comienzo del barrio chino. Es pasar por ese umbral y trasladarte a otra ciudad, llena de comercios de todo tipo del país del lejano oriente.

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La entrada a el barrio chino.

Si bajamos calle abajo volviendo de nuevo al punto de inicio desde la estación de tren, podemos bajar avenida abajo, viendo una de las facetas destacadas de la ciudad, las tiendas de moda, el schopping. Tienen para dar y tomar, todas alojadas en imponentes edificios que delatan de la importancia y el dinero que siempre ha manejado la ciudad.

El Grote Markt

Si seguimos hasta abajo la avenida de las tiendas nos daremos de narices con el centro histórico de Amberes, El Grote Markt, la plaza principal del pueblo con unas casas que lindan de punta apunta de la plaza principal que hacen quedar a uno con la boca abierta. Eso sumado a su catedral, con la torre gótica más alta de Europa. El precio por entrar a la catedral es de 6 euros, por tener obras de Rubens, el famoso pintor, hijo predilecto de la ciudad, donde también se puede ver la casa del pintor y más obras suyas. Todo impresionante, con mucho encanto, con gente, pero sobre todo con un ambiente relajado.

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El panorama de la ciudad

Si andas unos 15 minutos bordeando el canal, te encuentras con una de las visitas obligadas para el recién llegado el Museum aan de Stroom, un impresionante edificio de diez plantas con un museo itinerante que no nos paramos a ver por falta de tiempo, pero si subimos a su terraza, que se puede hacer de forma gratuita subiendo por interminables escaleras mecánicas. Las vistas son buenas, toda la ciudad, y parte del inmenso puerto de Amberes.

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El edificio con la terraza panorama.
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Las vistas desde la terraza.

El museo del Red Star Line, un trozo de la historia reciente

Nos arrepentimos luego de no visitar el    Red Star Line Museum, situado en los alrededores de los muelles, en el antiguo edificio de la compañía naviera Red Star, la línea de transatlánticos que llevaban  los inmigrantes europeos a Estados Unidos. Dicen que cuentan muy bien las historias personales que llevaban a la gente a emigrar tan lejos. Todos los visitantes dicen que merece mucho la pena, que es conmovedor. Nos lo apuntamos para la próxima visita.

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El barrio rojo

Volviendo de ver por fuera el museo del Red Star Line, callejeando por la ciudad, cerca del canal, de los antiguos muelles, entramos en una habitación con gente desperdigada, varones de mediana edad. Raro. Cuando nos dimos cuenta, vimos las primeras mujeres tras los cristales, en lencería. Blancas como la leche, como maniquíes. Estaban expuestas una junta a la otra a los dos lados de la calle. Gordas, delgadas, jóvenes, maduras… ¿pero dónde nos hemos metido? Pues en el barrio rojo de Amberes, la versión belga del barrio rojo de Amsterdam. Estuve hace dos años en el de Amsterdam y no vi tanta profesional del oficio más antiguo del mundo como vi en Amberes. Busqué información sobre el tema (por puro rigor informativo, claro) y por lo visto esta iniciativa de controlar la prostitución de forma legal es relativamente nueva, de hará unos cuatro años. Si no puedes erradicarlo, legalizalo. Y así lo hicieron. Por sesenta euros, la chica puede pagar el alquiler por un día de su escaparate a la ciudad y luego ella determina el precio a convenir con su cliente/a. Tienen un botón de alarma por si tiene problemas y la policía acude rauda y veloz. Qué extraño todo. El caso es que no vimos los carteles que avisaban de la zona donde íbamos a entrar, donde no pueden llevar a los niños. Me imagino a más de una familia de turistas con sus hijos, que les pase lo mismo que a nosotros. Menuda atracción turística.

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El Grote Markt.

En fin, nos gustó mucho Amberes, por sus casas, plazas, la manera tan peculiar de vestir de sus gentes, muy modernos, por no decir estrafalarios, pero simpáticos. La vimos al anochecer y nos gustó más incluso. Vaya ambientazo.  Recomendada desde ya. Y eso que fue una visita de pasada y ni siquiera visitamos el barrio de los diamantes, que luego  me enteré que existe este barrio, donde se concentran las tiendas de diamantes, mundialmente conocida la ciudad por ello.

 

GANTE, la verdadera joya de Bélgica

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Al día siguiente, después de descansar como unas marmotas después del maratón de Amberes, nos pusimos en marcha dirección a Gante. En poco menos de sesenta kilómetros y poco más de 40 minutos nos plantamos allí. Como era domingo aparcamos relativamente fácil cerca del centro, muy cerca, y encima gratis. Los planetas se alinearon.

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Nada más adentrarnos en el centro históricos advertimos las primeras torres y edificios como de cuento.  A cada paso que dábamos veíamos casas y monumentos y torres más bonitas, hasta que llegamos a uno de los canales, que no es otro que uno de los ríos que confluyen en la ciudad, Lys y Escalda. Las casas gremiales, La torre de Belfort, con sus 91 mts de altura, uno de los campanarios de las más altos del mundo, los muelles de Gralei y Korenlei, el corazón de la ciudad. Sus terracitas, sus tiendas de antigüedades, la catedral de san Bavón y el impresionante castillo de los condes de Flandes. La retalía de monumentos y atracciones para ver en la ciudad no tiene fin.

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El castillo de los condes de Flandes.

La ciudad alberga a más de 70.000 estudiantes cada año. La oferta cultural es rica en actividades y festivales de todo tipo. La mezcla de idiomas en la ciudad, y en general en toda la región de flandes es curiosa. Te pueden hablar en neerlandés, que es el idioma más habitual en aquella zona, al igual que en Amberes, pero si hablas en francés como solía comunicarme yo por allá, o en alemán, te entienden igual y te respondes en cualquiera de esos tres idiomas, o en inglés. Jodidos políglotas.

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En una de las zonas cool para los estudiantes, la universidad queda a la derecha.

Gante, Gent, para los flamencos, fue la ciudad que vio nacer a Calos V, el famoso emperador, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso. Cuentan que los ciudadanos de Gante, se rebelaron más que nadie contra Carlos V, el emperador de media Europa, a los que amenazaba con una soga al cuello como advertencia de si persistían en sus sublevaciones. De ahí nació la expresión «con la soga al cuello». Curioso. Hay estatuas en la ciudad que representan a los ciudadanos de Gante  con la susodicha soga en el cuello.

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No podía faltar el típico negocio de restauración español. Españoles por el mundo.

Pero no me enrrollo más. Si decía antes que Gante era la verdadera joya de Bélgica y una de las más grandes de Europa, dejando a un lado Brujas, es porque Brujas es una ciudad medieval preciosa, pero vive por y para los turistas. Y eso le resta en encanto. Sin embargo, no pasa lo mismo con Gante. Tiene un gran atractivo turístico, pero también se puede vivir allá. Eso la hace muy atractiva.

Y hasta aquí nuestra nueva incursión en el país vecino. 🙂

8 comentarios en “Amberes y Gante, lugares para descubrir

    1. Yo tampoco, hasta que vi una extraña escultura de un hombre con un camisón extraño y una soga al cuello. Que sepas que existe una tarjeta que se puede pedir en la oficina de turismo de uso por 48 horas que sirve para entrar en todos los museos, torres, iglesias, montarse en barca, la visita al castillo de flandes y muchas cosas más por sólo 30 euros. Incluso puedes alquilar los dos día una bici con la misma tarjeta. La próxima vez queremos pasar todo el finde allí y verlo todo con esta tarjeta, una buena inversión! 😀

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