Seguimos con el calor, un calor por mi parte llevable viviendo en la costa donde afortunadamente, la brisa del mar ayuda a no sofocarte más de lo debido.
He leído no hace mucho por ahí que el turismo a sitios extremadamente calurosos se está poniendo de moda, que ya hay que tener valor para irse a pasar calor extremo. En concreto están teniendo problemas en Death Valley, en California. Es uno de los lugares del donde se registran las temperaturas más altas del planeta, hasta 54º celsius . El caso es que ya ha habido más de un caso de muerte al colapsar con semejante temperatura. El nombre del valle no engañaba, eso está claro.
Si me remontase al primer recuerdo que tengo de pasar una calor sofocante, de aquellas que te duele los rayos del sol clavándose en tu cogote, diría que fue en Granada. Iba de camping con mi familia, para visitar la Alhambra, el barrio de Albaicín. Recuerdo tocar con mi mano el capó de un coche y quemarme al instante. Si hubiese tirado un huevo ahí se habría frito al momento. Seguramente estaríamos a 40º, nunca había experimentado un calor así.
En otra ocasión, pasé 15 días en el desierto de Tabernas, en Almería, de maniobras en la mili. Estuvimos dando barrigazos y durmiendo en agujeros con las botas puestas durante todos esos días. El lugar fue la localización de la película Indiana Jones y la última cruzada.

Desierto de Tabernas
Nos movíamos en los camiones con sus piezas (cañones de la guerra de Corea) por el desierto y sus montañas de formas caprichosas como si fuéramos los nazis esperando ver aparecer a Indy galopando a caballo, haciendo chasquear su látigo. Pasé tanta calor durante tantos días que acabé moreno colorado extreme total. Juraría que a nadie de nosotros se le ocurrió llevar protección solar.
En Suiza, aunque parezca mentira, más de una vez he dejado el coche al sol, y al entrar he visto como alcanzaba los 42 º dentro, lo más parecido a experimentar el calor de las entrañas del volcán en Mordor.
En otra ocasión, hará cuatro años, viajamos a la provincia de Málaga, visitamos la ciudad y la comarca de la Axarquía, hasta ahí bien, aún notabas la influencia de la brisa del mar, pero una vez te metías tierra adentro, la cosa cambiaba. De nuevo, paisajes más propios del Far West, colinas rocosas, desierto, mucho desierto y calor mucho calor. Lo recuerdo como si fuera ayer. Llegamos a media mañana a Antequera, visitamos sus calles y disfrutamos del trasiego de sus lugareños, un lugar típicamente malagueño, todo bien. Llegó la una del mediodía y en cuestión de 20 minutos, no quedaba nadie en la calle, sólo nosotros. Sin exagerar, sólo nosotros. Cuando nos quisimos dar cuenta, nos estaba dando un parraque con el insoportable calor. Fue tanta la calor que pasamos, sin agua ni una buena sombra donde cobijarnos, que entramos a refugiarnos a un bar y hasta me sentó bien tomar una Cruzcampo helada. Diría que justo antes de entrar en ese sacro lugar llamado bar, vislumbré en los cielos un par de buitres revoloteando sobre nuestras cabezas.
Y pensar que esto es lo que nos espera a partir de ahora… calor extremo a todas horas. Bienvenidos al sur.
¿Y tú? ¿Dónde has pasado más calor en tu vida?
