Nos levantamos en mitad de una espesa niebla. Todo había cambiado, los cuatro últimos días en Liméns habían sido idílicos. Un tiempo formidable, unas vistas estupendas a las islas Cíes desde la parcelita que elegimos en el camping, la visita a Vigo, señorial, amigable, limpia… la visita a las playas de Samil, un ambiente tan diferente al que vivimos en nuestro día a día… La lonja de Cangas, llena de todo tipo de criaturas marinas, peces, pescaditos, mariscos, todo un espectáculo donde en su mayoría, señoras, el verdadero motor de las familias, compraban todo tipo de pescados y mariscos para su prole. Afuera, un pequeño mercado de ropa y hortalizas acampa en una calle cercana al puerto del pueblo. Señoras ataviadas con su inseparable mandil, exponen sus hortalizas, seguramente cogidas directamente de sus huertas particulares. Todo tenía una pinta increíble. Pero se acabó aquella la luz idílica de esos últimos días, aquella mañana el cielo se tornó gris y el sol parecía una bola de fuego amenazando con caer de un momento a otro sobre la tierra. Recogimos nuestros bártulos y nos despedimos de Gael, el chico del camping que tan buenos apuntes nos proporcionó de la zona. Un par de chicos portugueses que estaban en la recepción nos lo confirmaron, el fuego lo estaba arrasando todo en el norte de Portugal. Eran de Aveiro y fueron al país vecino en busca de un mejor aire que respirar, sin mucho éxito por lo que vimos.
Nos despedimos de todos y pusimos en el navegador uno de los destinos que nos había recomendado Gael, la Ribeira Sacra, una zona viticultora que regado por sus tres ríos, el Sil, el Cabe y el Miño, proporcionaron siempre una tierra fértil donde en el pasado se concentraron la mayor presencia de conventos románicos de Galicia, y ya de paso de toda Europa. Los antepasados habían moldeado la tierra empinada que descendía hasta el fondo de los cauces de los ríos, hicieron bancales y cultivaron entre otras cosas aquellas viñas por las que ahora son conocidos, por sus viñedos, sus conventos y su espiritualidad en mitad de la naturaleza.
Después de almorzar en la bella Pontevedra, tomamos por fin rumbo a Ourense, para luego ir hacia la famosa Ribeira Sacra. A medida que íbamos acercándonos a Ourense, el humo se iba acumulando más y más en el aire, llegando a sentir el olor a quemado. Paramos un momento para decidir qué hacer, si seguir o tomar una ruta alternativa. Mientras mirábamos opciones en nuestros móviles, ya con una primera idea de dónde ir, volví a hacer contacto para arrancar el coche y, no arrancaba. El coche no arranca, parece que la batería no funciona, ¿o se habría calentado el motor? El coche llevaba un tiempo quemando de más el aceite, podría ser que hubiera sobrepasado los mínimos aconsejables. Salimos del coche en busca de ayuda. Al lado de donde aparcamos había un cementerio, no muy agradable de ver en aquel momento. Estábamos a la entrada de una pequeña aldea. Andamos en busca de alguien que nos pudiera decir donde quedaba el taller más cercano. Preguntamos en un bar por una gasolinera para comprar algo de aceite pero nada, la gasolinera más cercana estaba a 3 kms más allá. Demasiado lejos para ir andando.
Volvimos al coche con un poco más de preocupación en el cuerpo porque el tiempo pasaba rápido y nos veíamos pasando la noche en mitad de ninguna parte. Llamé a mi seguro, a la asistencia en carretera. Me dijeron que podían tardar unos 40 minutos hasta llegar allí. En eso que vemos como se acerca un Nissan Patrol con un paisano que aparcó su coche al lado del nuestro. Salió con la camisa medio desabrochada, luciendo un bigote de los setenta y pinta de querer ayudarnos.
- A ver, ¿qué os pasao rapaces?
- Que no nos arranca el coche, creo que algo le pasó a la batería, me dejé las luces encendidas con el motor apagado pero fueron unos minutos nada más.
- Esoo… o la culata, puede que se haya dado de sí una goma que… saca la linterna de su móvil y apunta dentro del motor. Como se haya roto la goma ya estáis jodidos ya… ¿De dónde sois?
- De Barcelona, ¿por?
- Aaah… catalanes Pues que igual podéis volver en avión si voláis desde Santiago…
- No me joda hombre. Se lleva a un taller y ya veremos, no creo que sea para tanto.
Agradecimos su interés y por intentar echarnos una mano y esperamos a la asistencia en carretera que tardó un rato más en llegar. Tuvimos suerte, el de la grúa determinó que era seguramente que la batería estaba tocada, que sólo tenía que comprar una nueva para no arriesgarnos a quedarnos tirado de nuevo. Nos arrancó el coche con sus pinzas, nos indicó el taller de repuestos más cercano y y nos dirigimos allí para subsanar el problema.
Para cuando tuvimos la batería cambiada ya era tarde para encontrar un alojamiento cercano a Lugo, decidimos seguir con nuestra idea de visitar la Ribeira Sacra, evitando parar en la ciudad de Ourense para plantarnos en el camping donde pensábamos alojarnos inicialmente, en mitad de aquella zona de grandes paredes llenas de bancales con viñas con el río Sil de fondo.
Fue en San Pedro de Rocas, unos de los monasterios de la ruta de la Ribeira Sacra, donde nos encontramos con una chica a los pies del monasterio, sola, sentada cruzando las piernas, meditando en silencio frente a aquel lugar donde sólo se escuchaba el trinar de los pájaros y el rumor de un salto de agua que no alcanzamos a ver. Empezamos a hacer fotos al lugar, dejando a un lado a la chica, no fuéramos a molestar, hasta que al acercarme casi al lado donde estaba ella, donde estaba el mejor encuadre del monasterio me espeta;

- ¿Sabíais que éste es el monasterio más antiguo de Galicia? Lo dijo en voz baja, con voz aniñada, manteniendo los ojos cerrados, sin abrirlos siquiera.
- Ah, pues no lo sabía, sabía que construyeron muchos monasterios hace siglos cuando la riqueza estaba aquí, en el interior de la región, y que luego fueron abandonando, pero poco más.
- Si os acercáis más, podréis ver un mural como un mapamundi de la época, de cuando la tierra era plana, o eso pensaban. También se pueden distinguir las tumbas excavadas en la piedra de los monjes que habitaron este lugar en los primeros tiempos.
- ¿Eres una guía turística de la zona o algo así? Le pregunté brazos en jarra.
Fue entonces cuando la chica, de pelo negro azabache y flequillo pony, levantó levemente la mirada con su ojo derecho, emitiendo un chasquido con su boca, como de hastío.
- Pssst… Otro gilipollas estropeando el momento…¡Vai para o caralho!.
- ¡Pero si fuiste tú quien empezaste a hablar!
Fue explotar los dos y cegarnos por un momento. Un rayo cayó detrás de una colina, seguidamente escuchamos un gran estruendo. Guardé mi cámara en la mochila y ella se alzó de un brinco. Echamos a correr todos, ella en dirección contraria a nosotros, perdiéndose en el bosque. Cayó en cuestión de segundos una lluvia monzónica impropia de un lugar que parecía un remanso de paz.
- ¿¿Qué ha pasado?? ¿quién era esa?
- ¡No sé, una tía muy rara! ¡vamos al coche que estaremos más seguros!
Después de quitarnos las chaquetas dentro del coche nos pusimos en marcha, estaba anocheciendo y todavía no habíamos llegado al camping donde íbamos a alojarnos, aunque con esta lluvia no sería muy buena idea montar la tienda. Improvisaríamos.
A la mañana siguiente, nos despertamos en un bungalow del camping con algo de dolor de cabeza. Sólo recordábamos que llegamos in extremis para hacer un checkin y que los propietarios del camping, una pareja joven, nos invitaron a tomar unos vinos típicos de la zona y allí con la lluvia y los rayos y truenos de fondo, contando la odisea que habíamos pasado desde que empezamos el viaje, acabamos fritos entre el vino y el cansancio.

Salimos afuera después de pedir unos cafés en el bar del camping y nos asomamos al mirador donde se podía avistar el espectacular cañón del río Sil, plagado de viñas entre brumas matineras.
- A ver nenos ¿Quién ha pedido dos cafés con leche?
Esa voz…
