De farsantes y días tediosos

Domingo por la tarde de finales de febrero, tediosa tarde, como tedioso el día. Llevo días, semanas, pensando en la razón por la que no me animo a escribir algo por aquí. Tal vez sea debido a la infinidad de distracciones que tenemos a nuestro alcance, a la holgazanería propia de un domingo. Qué se yo. Hoy vengo a hablaros de autores, de escritores. sólo cuatro apuntes.

De niño, mis compañeros de clase y yo, a través de nuestra maestra, tuvimos un entrañable intercambio de correspondencia con el autor de libros para niños más imaginativo e irreverente del siglo XX, ni más ni menos que Roald Dahl.

Era el año 1985 más o menos cuando empezamos a leer sus libros. Tanto nos empezaron a gustar, que acabamos haciendo un trabajo sobre sus libros para enviárselo después por correo a su casa. A mí me tocó dibujar, si no recuerdo mal, a Roald Dahl de mayor y de niño, como en la portada de «El niño». Nuestra maestra, Lola Casas, en los siguientes años, decidió entregar un nuevo trabajo de otros niños, pero esta vez quería entregárselo personalmente. Al saber Dahl de la proposición de Lola, contestó en una nueva carta a nuestra maestra, ¿de verdad que vendríais a verme? Roald Dahl y su familia vivían en Great Missenden, un pequeño pueblo a 40 kms de Londres, su casa se llamaba Gipsy House, y en ella tenía una pequeña casita en el jardín donde escribió buena parte de sus libros. Se metía allí por horas y tenía completamente prohibido a su familia o a cualquier persona entrar mientras estaba en pleno proceso de creación. Lola llegó a conocer aquella casita y todos los pequeños detalles con los que se inspiraba en aquel lugar. Podéis leer su historia sobre aquellos trabajos dedicados a Dahl y su visita a Gipsy House aquí, en su web.

Digo yo que si un actor, sueña con vivir mil y una vidas interpretando diferentes personajes, Roald Dahl, como cualquier buen autor, a través de su literatura daba forma a historias, lugares y momentos en los que nunca estuvo allí. O tal vez un poco sí. Leyendo Boy, lo más parecido a una biografía, escrita por el propio Dahl, donde relata sus años como escolar en colegios muy severos, se podía entrever de donde venía ese mundo de niños desprotegidos, que en un momento dado se arman de valentía para enfrentarse a adultos, en muchos casos terribles y crueles con los niños. Este libro tiene una segunda parte, Volando solo, ya de joven, pilotando primero para la Shell por la África colonialista, y luego como piloto en la RAF, la Royal Air Force.

Todo esto viene a cuento porque, salvando las distancias con Dahl, ayer vi una película que tenía pendiente, «El hombre perfecto» 2019, una película francesa donde cuenta la historia de un joven aspirante a escritor, Mathieu, que intenta que le publiquen en diferentes editoriales su manuscrito sin demasiado éxito, hasta que le llega a sus manos por su trabajo (vacía pisos de personas fallecidas) un diario del fallecido de sus años en la guerra de Argelia. Empezó a hojearlo y le pareció tan bueno, que pensó que era su oportunidad de transcribirlo por ordenador y enviarlo a las editoriales atribuyéndose su autoría. El resultado es, como era de esperar, todo un éxito. Y a partir de ahí empieza una serie de acontecimientos que como una bola de nieve ya no puede parar por mantener las apariencias, una gran mentira que lo llevará hasta el límite.

Curiosamente, esta película se parece mucho por su trama a «El Ladrón de palabras» 2012 que no he llegado a ver, ni creo que merezca la pena verla porque el tráiler es demasiado Hollywoodiense.

A vueltas con El hombre perfecto, qué manera de pasarlo mal con un tipo que claramente, bien, bien, no está. Ahí lo dejo, esa pequeña sinopsis y un vídeo del trailer.

Este tema de los fraudes literarios, de buscar la notoriedad en sus escritos, cueste lo que cueste, se ha repetido con frecuencia en el cine. Ahí va otro ejemplo, «El autor», con Javier Gutiérrez como protagonista. Otro escritor mediocre que decide hacer algo para encontrar historias «de verdad» cueste lo que cueste. Ojitooo… que mal rato oyes.

Y digo yo, después de tanto escritor perturbado, tanto farsante en busca de una buena historia, ¿qué debería hacer yo para escribir algo interesante? Involucrarme en situaciones escabrosas como las que acabo de comentar de estas dos películas? ¿matar a alguien? Glups. Dejando las ficciones cinematográficas y literarias aparte, debería para empezar escribir algo que yo mismo me crea, para empezar. Para escribir algo interesante tienen que pasarte cosas interesantes, o al menos, ver o vivir cosas interesantes. Esto hace unos años, en mis continuos viajes por Europa, de alguna manera, me apetecía contar todo aquello nuevo que veía, me pasaba o iba conociendo. Ahora, con una vida aposentada, diría que rutinaria, es difícil salir de ese tedio. O como diría Luisa, la novia de Superlópez, ser un supermediania, en referencia a Superlopez que a su parecer, tiene ansias de notoriedad. Grande Luisa Lanas.

Nota: Lo sé, quedó pendiente una segunda parte del post Espaguetti Carbonara. Y sí, estoy seguro que All things must pass, como diría George Harrison, todo debe pasar, y seguro que el tedio también. El día que eso ocurra estaré dando la lata de nuevo por aquí, por allá , o por maracuyá. Un abrazo para todos.

3 comentarios en “De farsantes y días tediosos

  1. ¡Hola! Es buenísimo que pudieran contactarse con Roald Dahl, es de mis autores infantiles favoritos me hubiera gustado estar ahí, tuvieron mucha suerte en esa clase, la maestra era un genia.

    No he leído «Boy» pero me lo apunto al igual que su secuela, lo bueno es que el autor pudo usar sus malas experiencias para cosas positivas.

    En cuanto a eso de tener que vivir cosas interesantes para escribir, no creo que sea imprescindible, se puede hacer un libro de algo cotidiano si se sabe escribir y la imaginación ayuda mucho. No todos los autores tienen el interes de transmitir sus experiencias de vida en un texto.

    Aunque en tu caso con todo lo que has viajado bien podrías escribir sobre un aventurero que viaja por el mundo a lo Tintin. Pero bueno eso es una observación personal. Gran entrada 🙂 ¡Saludos!

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    1. Hola Noctua!

      No llegamos a saber el alcance de la notoriedad de su obra hasta muchos años después. A nosotros simplemente nos encantaba, contaba historias irreverentes, nada indulgentes, eso hacía disparar la imaginación a cualquier niño 🙂

      Tengo todavía una copia de la carta manuscrita que nos escribió, la verdad es que nos escribió con mucho entusiasmo, adoraba saber que sus historias gustaban a sus pequeños lectores. Mira, en este vídeo de la bbc sale respondiendo a otros niños dictándole a su secretaria la respuesta al recibir un trabajo que le dedicaron otros niños. (minuto 1:10)

      (686) 1982: ROALD DAHL’s writing shed | Pebble Mill | Classic Celebrity Interview | BBC Archive – YouTube

      La verdad es que el nuestro estaba muy completo, con dibujos más elaborados, poemas, escritos y un gran mural desplegable de James y el Melocotón Gigante volando sobre Nueva York. Nos quedamos muchas horas después de clase para acabar el trabajo.

      Boy es un libro muy recomendable, da pistas de donde vienen muchas historias posteriores. En la hora de biblioteca mi maestra me recomendó comprar ese año «El Hobbit», como podrás suponer no tenía ni idea del mundo de Tolkien ni nada parecido, ninguno de nosotros, pero insistí en querer comprar Boy, en la versión catalana, «El nen», por la curiosidad de saber más sobre el Dahl con algo parecido a unas memorias de infancia.  

      Sobre la inspiración a la hora de escribir, cierto, no es necesario escribir sobre algo que hayas tenido una experiencia vivida, puedes tirar de imaginación, pero para crear algo creíble, en mi opinión, tienes que tener cierto bagaje sobre lo que escribes para poder transmitir ese mundo que estás recreando.

      En fin, que muchas gracias por leer siempre con interés todo lo que escribo por aquí.

      Un saludo de Tintín y el capitán Haddock juntos. 😀

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