La cosa es perderse, perderse para encontrarse.
Llevo los últimos seis meses descubriendo esta increíble comarca situada en la Franja de Aragón, en la provincia de Teruel, tocando con la frontera con Catalunya. Todo esto empezó desde que quedáramos con un buen amigo en La Fontcalda (Gandesa, Terra Alta). Quedar en aquel balneario en un sitio tan insólito lleno de pozas con agua cristalina, con saltos de agua y una vegetación abrumadora sólo de adentrarnos en las entrañas de Els Ports, el parque natural con los picos más altos de la provincia de Tarragona, que se extiende a tierras turolenses y de Castellón. Els Ports cuenta dos climas muy diferenciados, el Mediterráneo, más de la parte sudeste, y el algo más áspero y donde llueve algo más (no tanto), el de el Maestrazgo y el Matarraña, y es ahí, donde hablan el Chapurriau, una mezcla de catalán de allí, donde encontramos unos paisajes dignos de un país de cuento, que intentan comparar con la Toscana Italiana, pero que tiene a todas luces un carácter propio. Aquella tierra no deja indiferente a nadie.

Tanto es así que acabamos comprando una casita, un viejo sueño de esos que quedan siempre aparcados, se hizo realidad. Situamos nuestra búsqueda en el Matarraña después de ir descartando poco a poco la zona de Terra Alta (Catalunya), con pueblos tan increíbles como Horta de Sant Joan o Arnes, sobre todo por el precio. La encontramos en un pequeño pueblecito del Matarraña y fue decir «ésta», nos vemos en ésta. Existen los flechazos creedme. Lo bueno del pueblo es que queda lo suficientemente apartado de las rutas turísticas, aunque tengamos una comunicación con la costa sorprendente a pocos kilómetros. No es el más conocido de la comarca, ni falta que hace, precisamente eso lo hace especial. Tenemos trabajo por delante, sacarle lustre a una casa de piedra con mucha historia. Sólo desayunar con las vistas a Els Ports merece la pena el paseo. Más allá de aquel pueblo, se encuentran grandes extensiones de pinares que se van mezclando con campos de olivos y almendros. Puedes dejar tu móvil en casa que no tendrás cobertura en kilómetros hasta que no llegues a otro pueblo cercano, y eso queda lejos. A medida que te adentras en el bosque puedes avistar fácilmente cabras ibéricas, la atracción más visible para los visitantes de Els Ports, con más de cuatro mil ejemplares campando por aquellas montañas. Los zorros sorprendentemente, son fáciles de avistar, incluso de día. Son tímidos, pero puedes cruzártelos y admirarlos por unos momentos hasta que vuelven a perderse en la espesura del bosque. Jabalíes, buitres, águilas reales, búhos, nutrias, gatos monteses… en fin la fauna se hace fuerte por aquellos lares. En el Matarraña sólo viven poco más de ocho mil habitantes. Ocho mil frente a cuatro mil cabras, recuerden.

Los pueblos más conocidos de la comarca son Valderrobres, la capital de la comarca, con un conjunto medieval impresionante y con el río Matarraña a sus pies. El otro, la joya turística que batió todos los récords de visitas este pasado año es Beceite. Beceite te sorprende a cada paso que das. Puentes de piedra, pasadizos secretos que se sujetan por bigas de madera, la font de la Rabosa, que parece una estampa del caribe en verano, La pesquera, una piscina natural donde la gente puede bañarse y refrescar en los día calurosos de verano. Pero el mayor atractivo es el Parrizal, ya metido de lleno en el macizo de Els Ports. Sigues el curso del río en busca de su nacimiento a través de pasarelas de madera. El paseo, los saltos de agua, los remansos con aquella agua cristalina, la quietud, las imponentes moles rocosas a un lado y a otro… un lugar para descubrir, pero también para preservar.

Una de las primeras cosas que nos enseñaron, fue la noche estrellada desde el punto más alto del pueblo. Apagamos la linterna del móvil y miramos hacia arriba tal y como nos indicaron. El espectáculo que teníamos encima de nosotros pocas veces lo había visto. Nunca había visto la Vía Láctea tan claramente. La contaminación lumínica es casi inexistente allá. Por no hablar del silencio, un silencio que puede abrumar. ¡Ah!, que esto es el silencio de verdad. La luz del cielo también es especial. Y no, no estoy exagerando, es especial. Los celtas llegaron muchos años antes y se quedaron por siglos allá no por nada. Por lo visto aquella zona es uno de los enclaves con más líneas de tierra del mundo. Los celtas tenían unos conocimientos avanzados en astronomía y todo tipo de materias, muy místicos, creían en las energías de la tierra, y allí, de todo aquello tienen de sobra.

Por otro lado está La Vía Verde de Val de Zafán, una increíble ruta de unos 170 kms en total que puedes ir haciendo por etapas en bicicleta. Lo característico de esta Vía Verde es que reutiliza el trayecto de la antigua vía de tren que pasaba desde la comarca del Bajo Aragón, pasando por el Matarraña, luego por tierras catalanas, por Terra Alta, adentrándose en Els Ports, atravesando túneles, puentes, pasando por ríos y saltos de agua, y todo sin grandes inclinaciones que puede llegar, si tú quieres, hasta Tortosa o al Delta del Ebro.
El Salt, cerca de la Portellada, es uno de los reclamos de la comarca, un salto de agua de unos 20 metros de altura del río Tastavins. Cuando las cumbres nevadas empiezan a desaparecer, el caudal del agua aumenta considerablemente y ofrece un espectáculo digno de ver.
Calaceite, Cretas, Monroyo, Ráfales… son tantos los pueblos medievales, todos te sorprenderán por la historia de sus calles y casas, por sus vistas, por los numerosos poblados ibéricos que hay junto a muchos de esas poblaciones. La ruta de las cárceles, otra curiosa ruta que consiste en visitar las cárceles que tiene cada ayuntamiento, cada uno con sus particularidades, como el de La Fresneda que es uno de los más deluxe, por así decirlo. Si visitas Peñaroya de Tastavins, más al sur, casi pegando con la provincia de Castellón, puedes perderte por sus calles empinadas con casas pintorescas con sus balcones de madera colgantes, es como Morella, pero en pequeñito. Desde allí puedes adentrarte al macizo de Els Ports y visitar Les Roques del Masmut, una mole de rocas enormes de color rojizo, una de las mayores atracciones de la zona. También puedes visitar Inhóspitak, el museo donde muestran los restos y la réplica a tamaño real de un tipo de dinosaurio único en la Tierra que se encontró precisamente allí.
En fin, me falta tiempo y posts para poder explicar todo lo que hay en esa zona que, sorprendentemente, pasa tan desapercibida para el gran público. Como este blog lo leen cuatro amigos y seguidores, estamos en petit comité, así que comparto mi entusiasmo por esta tierra, la que me ha quitado tiempo todos estos días precisamente por estar embarcado en la exploración de esta región y de estar arreglando una casa centenaria con nuestras manos y un poco de paciencia.
Artículo de National Geographic: