Me animo a escribir este post, por Montse de Kartoffel Tortilla. Si en el anterior Blogparade, invitaban a que contara uno qué cosas echarías de menos de tu país de acogida, si volvieras a España, en este caso te proponen contar qué NO echarías de menos. Resulta que, como ya sabréis, ya no vivo en Alemania. Bueno, un poco sí, que aquí en Mallorca alemanes hay patadas, pero vaya, que puedo escribir perfectamente qué no echo de menos de Alemania porque lo estoy viviendo en mis carnes ahora mismo. ¡Empezamos!
1. La falta de luz.
Como bien decía Montse, la falta de luz. Alemania tiene un déficit de luz considerable, sobre todo en invierno. Sin embargo están a la cabeza entre los países que más aprovechan la luz solar para generar energía. Además que acababa blanco como la leche, como los alemanes, notaba que cuando no veía la luz del sol en dos semanas, sin exagerar, me ponía de mal humor, o me entristecía, o me quedaba como apocado. Todo lo veía gris, metafóricamente y literalmente. Esto no lo echo de menos para nada.
2. ¡ Cómooorr! ¡No puedorr!
No dominar el idioma. Ya no es que no lo hables bien, es que no conoces, ni creo que uno pueda conseguir o entender todos los dichos, chanzas y códigos no escritos de los alemanes. He aprendido muchos, pero la lista es eterna, en Alemania y en cualquier país. En este aspecto siempre está uno en inferioridad. Y cuando no lo entiendes todo, cuando a veces tienes que pedir que te lo expliquen de otra manera para entenderlo, es un verdadero engorro para ellos. No se puede generalizar, que los hay muy majos, pero eché en falta más empatía. Que no se quejen luego cuando vayan a Mallorca y los traten como lo que son, unos guiris que llevan 20 años yendo a la isla y sólo sepan pedir una cerveza, por favor. He hecho muchas bromas en alemán, a mi nivel, pero es imposible intentar meterlos en el mundo del ¡No puedorrl! de Chiquito, por ejemplo, no es posible. Es eso, la barrera idiomática y social, la idiosincrasia de un pueblo, donde tienes que hacer un esfuerzo por entender y que te entiendan, dando siempre más explicaciones de las necesarias.
3. La burocracia
Nuevamente vuelvo a estar de acuerdo con Montse. Si la burocracia no le gusta a nadie, en Alemania en especial es horrible, es desesperante. Incluso en Suiza era algo más sencillo. Odio la burocracia alemana. En el caso de pedir la prestación por desempleo, sospecho que lo hacen endiabladamente enrevesado con mil y un formularios para que tú mismo te espabiles y te busques otro trabajo pronto, sino te fríen con papelitos y requisitos estúpidos.
4. Las calles vacías
Este punto es junto al de la falta de luz uno de los puntos que más me motivaron a volver a España. Los sábados por la tarde, y no digo ya los domingos, todo el día, a no ser que vivas en una gran ciudad. El pueblo, tu localidad donde vivas es el perro muerto, ¡el perro muerto! «der Hund ist tod», es lo que dicen cuando un sitio es un soberano aburrimiento. Pues eso ocurre en demasiadas ocasiones. La gente se queda en casa, están ahí, dentro, ni siquiera salen afuera a sus espléndidos jardines. No salen al parque a la fresca para pasar el rato con sus vecinos y amigos y con los niños. Los pueblos se convierten en pueblos fantasma. Y es ahí, justo ahí donde me digo, ¿y porqué tengo que vivir aquí? Desde que vivo en Mallorca disfruto viendo las plazas de los pueblos llenos de gente charlando mientras sus hijos juegan, o los chavales jugando a basket en cualquier rincón o a futbol o a lo que sea. O la gente de todas las edades se encuentra, se sociabiliza de forma espontánea. A los alemanes les gusta jugar, «hacen cosas», como diría Rajoy, sólo que no sé donde diablos se meten. En la calle no.
5. La comida
La comida en Alemania es más bien aburrida. Aparte de las cervezas, que son ricas y con una variedad alucinante, y a buen precio. En el caso de las comidas, tienen muchos wurst sí, de muchas calidades. Y hacen sus pavos al horno, sus paniertes (su carne de lomo rebozada). Pero sobre todo hacen sus carnes al horno con salsas de acompañamiento y coliflor y sobre todo, por encima de todo, la patata cocida, que acaban convirtiendo en puré. Les encanta, lo acompañan con todo. Son unos auténticos Kartoffel. La comida por lo general es sana, está bien. Pero comparado con el recetario español, con tanta variedad de carne y pescado, de legumbres, de verduras… hace que en mi vuelta a España no eche de menos la cocina alemana. Lo siento meine freunde.
Y creo que es suficiente. Tampoco era un horror vivir en Alemania, tienen muchas cosas buenas que ya me gustaría que aprendieran en España de ellos. Pero como siempre, no se puede tener todo en la vida.
¡Hola David! Ay… el tiempo alemán… ¡Nos trae a todos de cabeza! A mí también me sorprendió que, pese a tener tantas pocas horas de luz en invierno, sean pioneros en energía solar. Curioso. Un abrazo 🙂
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Hola Burdon :-), muy interesante lo que has escrito sobre lo no tan «lindo» de Alemania. A propósito, con respecto al primer punto: este año por estos lares, he sufrido la falta de sol por dos (¡DOS!) semanas y después de unos días vuelta otra semana más y el mes de Mayo se me hizo eterno. Asique entiendo tus sentimientos, también estaba muy alicaída. Cuando el sol volvió lo recibí con tanta alegría.
Y en mi pueblo pasa igual: los fines de semana no anda ni Dios, creo que podría ser porque la mayoría son descendientes de alemanes del Volga (ya lo tienen incorporado a sus genes el no andar mucho por la calle) porque esto, en otros pueblos que he visitado, no pasa. Saludos 🙂
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Jopelines chico, te me adelantaste con este blogparade/tag (no sé la diferencia). Y ya se me van juntando varios pendientes. ¡Listas por hacer hasta de holidays! Bueno, comparto cosas contigo, cosas que yo también no echaría de menos de mi país de acogida (qué te voy a contar). Y qué bueno que lo cuentes cuando lo estás viviendo in situ, nada de figuraciones. Me alegra tu cambio, my friend. Reciba un cordial abrazo, querido Burdon ☘️.
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