Natalia Lafourcade, después de su esplendoroso éxito pop en su país natal, México, dejó su banda, La Forquetina se refugió en Canada, para seguir estudiando, viviendo una nueva experiencia. Sola ante los elementos, como pueden ser las estaciones del año, mucho más intensos que en otras regiones más cálidas, como puede ser México. Eso, sumado al ofrecimiento de La filarmónica de Xalapa que se ponía a su entera disposición para trabaja en posibles proyectos, derivó en este disco experimental.
Así es como surgió este disco, completamente diferente a lo que había hecho anteriormente, pop al uso. En este disco sólo compondría las melodías que trabajaría luego conjuntamente con la Filarmónica de Xalapa. El concepto era transmitir los estados de ánimo de un amor según van transcurriendo las estaciones del año. Lo consiguieron. Hicieron una obra mágica, que invita a la escucha sin prisas, a mirar a tu alrededor, a el cielo y la tierra y el espectáculo de la naturaleza, siempre tan sabia a la hora de renovarse y reinventarse.
Os dejo aquí la pieza de otoño, que es la que corresponde para estas fechas, pero os invito a escuchar el invierno, mucho más introspectiva, para luego pasar a la primavera, una maravilla, para luego ésta pasar al verano.
Natalia tiene tantas canciones, o cursis melodías, como jocosamente titulaba una de sus canciones. Pero tiene alma y ama la música, y eso se nota. Estos últimos años se ha dedicado a homenajear la música folclórica de su país, es mucha y variada. Lo ha hecho con gusto, como siempre, con mucho talento. A veces, cuando uno no para de agrandar sus ramas aquí y allá, ella te invita llegar hasta la raíz.