Ayer dieron Sinatra en la 2, una película protagonizada por Alfredo Landa, interpretando a un perdedor, un hombre al que nada le sale bien, encadenando una desventura tras otra. La película tiene interés para mí porque se sitúa en la Barcelona pre-olímpica, la Barcelona que recuerdo. Más salvaje, más auténtica, con sus claros y oscuros, y sobre todo por el carisma que imprime Landa a todos sus personajes, ya inmerso en una serie de papeles más dramáticos a los que nos tenía acostumbrados. Sólo viéndole padecer su mala suerte, ya llenaba la pantalla sin decir nada, sólo con su gestos y su mirada.
Sinatra ya la recordaba, pero la que ha sido toda una sorpresa para mí ha sido descubrir «El Puente»(1977), de Juan Antonio Bardem y protagonizada por este titán de la interpretación como es Alfredo Landa. Es una especie de road movie como «Easy Rider» a la española, y Landa nuestro Dennis Hopper español. Juan (Landa) es un mecánico cuarentón que no se preocupa más que por tener un poco de pasta, pasarlo bien y no meterse en líos políticos ni de ninguna clase. En las vísperas de un puente Juan ya tiene planes con una amiga, pasando de reuniones sindicales para reclamar por los derechos de los trabajadores del taller. Tiene tres días por delante y quiere aprovecharlos al máximo. A partir de ahí y del plantón que le hace su chica, se ve inmerso en un viaje a Torremolinos a lomos «Ponderosa», su Montesa Impala, solo, pero encontrándose con una serie de gente en diferentes situaciones que le hace replantearse su manera de vivir la vida, de no ser un «simple espectador» como apuntaba un «titiritero» que conoció durante el viaje junto a un grupo de teatro. Pasa de ser un tipo individualista, a empatizar con los problemas de los otros, a intentar ayudar en la medida de lo posible.
La película es una de las más comprometidas de Bardem, sobre todo después de la muerte de Franco al acabarse la censura. A ratos se pierde en la moralina, te lo explica todo casi con pelos y señales, restándole puntos a la película. Es como explicar la gracia de un chiste, no tiene gracia. Pero la idea de convertir a un viva la virgen en un hombre con conciencia de clase, como idea, está muy bien y sigue vigente, sin ir más lejos con esto del covid 19, de la responsabilidad de cada uno, de mirar por el bien común. Que Bardem quiera contar una historia en base a esa idea es un motivo suficiente para perdonar agujeros en el guión o en la manera de plantear esa idea inicial.
Sobra decir que Landa está enorme en el papel. Es como la transición de su carrera. Pasa del Landismo, de sus películas de macho ibérico con las suecas y con las mujeres en general, con una bis cómica innegable, a una serie de películas más sociales, más dramáticas, donde consigue transmitir todo casi sin decir una palabra, sólo con su presencia. Creo que el personaje de Alfredo Landa es un personaje en el que muchos de los españoles se habrán sentido identificados en alguna ocasión. Bajito, resultón, aparentemente de brocha gorda en sus formas… un loser simpático. ¿Cómo no sentir empatía por el personaje?
Aquí dejo una entrevista que le hace José María Iñigo en el 79.
Puedes ver la película «El Puente» aquí.