
Cuando se habla de un ajuste de cuentas suele ser por cosas negativas, venganzas al más puro estilo de la mafia. En mi caso tenía un ajuste de cuentas diferente, cosas pendientes, pero buenas, positivas. Volver al pueblo de mis padres para ver a mi familia, para recordar porqué soy como soy, venir de allí y haber nacido y criado en Catalunya para luego irme lejos. Poder ser tú, mostrar tu sentido del humor sin reservas, sólo lo puedo hacer de donde soy. Ahora en el extranjero suplo mi falta de vocabulario en alemán o francés con más teatralidad que otra cosa, haciendo del humor un mecanismo de defensa para sacar cosas buenas en tierras extrañas.
Han tenido que pasar diez años para poder volver a visitar a mi familia en Extremadura, primos y tíos. Las circunstancias hacían dejarlo siempre para más tarde, más tarde. Hasta ahora.

Aprovechando el viaje visitamos Toledo. La ciudad amurallada, guarda secretos en sus calles de batallas y escarceos, de pintores y pintamonas, militares y personajes de toda índole. Treinta años antes, de niño, la visité por primera vez. Los recuerdos eran lejanos. No la recordaba tan bonita, con tanta iglesia, tanto detalle.
Después de hacer noche en Toledo en la noche de Reyes, salimos camino a Extremadura. Hicimos parada en Trujillo, un pueblo con mucha historia también, cuna de Francisco Pizarro, conquistador del Perú, o Francisco Orellana, descubridor del río Amazonas. Su plaza mayor, sus casas viejas, murallas, su alcázar árabe y las vistas que se pueden ver desde lo alto del alcazar, con prados verdes hasta donde se pierde la vista, con pequeñas sierras a más de 70 kms de distancia, hacen de Trujillo una localidad atractiva para visitar.

La estancia en el pueblo (Villafranca de los Barros) la fuimos alternando entre las visitas a la familia y a las ciudades y sitios de interés de la zona. Mérida, con sus numerosos restos romanos como el acueducto romano o el anfiteatro, con su mezcla de pueblo y ciudad milenaria. O Jerez de los Caballeros, situada más al sur de Villafranca, siguiendo la ruta de la plata. Las torres de sus iglesias, sus calles empinadas, sus murallas en lo alto del pueblo con unas vistas increíbles al atardecer. Jerez de los Caballeros fue la último pueblo donde se refugiaron los caballeros templarios, aquellos que ayudaron a conquistar aquellas tierras para convertirlas al cristianismo, y que luego fueron desterrados por orden del papa Clemente V en el año 1312 por el poder adquirido por los templarios. En Jerez en concreto acabaron matando a los últimos 40 templarios, a todos menos a uno, que huyó a Portugal. Cuentan las historias, vaya.


Tomar unas tapas en una terraza al calorcito del sol. Arrimarse a la mesa camilla para entrar en calor. Ver que salvo cuatro detalles tecnológicos y de servicios, no han cambiado tanto las cosas en el pueblo, se sigue haciendo una vida bastante familiar y en contacto con el campo. Donde el vino es casi como el agua a la hora de beber. Tierra de barros, tierra de vinos.

Aún nos quedó tiempo para visitar Cáceres, un lunes por la mañana, inusitadamente tranquila, sin turistas y apenas sin gente. Con mucha historia medieval, y al igual que Toledo, Trujillo y Jerez de los Caballeros, se encuentra en lo alto de una colina que ayudaba a avistar al enemigo desde lo lejos.

Pero para ciudad amurallada la de Ávila, situada en lo alto de una llanura, impresionante. O Segovia, que visitamos también, otro ajuste de cuentas, volver a ver esta ciudad después de treinta años, con su espectacular alcázar, situado en un lugar inaccesible para el enemigo. Espectacular también por su acueducto romano, su casco antiguo con sus asadores, sus bares de tapeo, sus múltiples iglesias, creo que nos llegaron a nombrar hasta 22, su espectacular Catedral y el alcazar, inspiración para las pelis de Disney, imponente para la vista y para sus visitantes.
El viaje se terminó hace un par de días. Los encuentros pendientes, tanto en espacio y tiempo se han ido cumpliendo según lo previsto. Al entrar en Extremadura avistamos una cigüeña volando. Dicen en Lituania que dependiendo de cómo veas a la primera cigüeña del año, será así tu futuro próximo. La vi volando, eso significa que haré muchos viajes este año. Pues vale, el año ha empezado con un buen viaje. ¡Sólo espero que el resto sean para cosas buenas!


Em… todas las fotos son de un servidor.
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Entrañable ajuste de cuentas, Burdon.
Un abrazaco.
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Gracias Wolffo, pasamos cerca de donde vives, seguramente. Si hasta nos metimos en el centro de Madrid sin querer. Un abrazo.
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