Duisburg, camino a los infiernos

El Ruhrgebiet, la cuenca minera del Ruhr, como lo llaman también, es ya no  la zona más industrializada del país, sino de toda Europa. En ella viven más de cinco millones de habitantes repartidos en 11  ciudades e infinidad de municipios. Da la casualidad que vivimos a poco más de 50 kms de las tierras de Mordor, como las llamo yo. Chimeneas escupiendo humo las 24 horas, centrales nucleares, grandes infraestructuras metálicas, industria pesada y con una acumulación de camiones transportando cosas de aquí para allá infernal.

Pues bien,  de esto era de lo que huía en mi última búsqueda de empleo, y ahora me mandan temporalmente al corazón industrial más heavy que te puedas echar a la cara. Y encima tengo que pelearme con el tráfico conduciendo el bus de la empresa. Entrar y salir de allí indemne es como salir victorioso  cada día.

La máquina capitalista necesita siempre mano de obra, el trabajo no se acaba, las máquinas nunca paran. Vidas enteras de gente viviendo ese día a día, sin más horizonte que las chimeneas, las casas grises y la extracción de carbón y otros minerales que ya han pasado a la historia.

Dicen que el Ruhrgebiet es como un gran queso de Gruyere, está agujereado por todas partes, habiendo dejado la actividad por temor de que las casas de sus ciudades se vinieran abajo, y no es coña. Han apurado todos esos recursos naturales acumulado durante millones de años en, ¿tal vez cien años?, ¿ciento cincuenta?

Aún así, sus ciudades tienen por todas partes zonas verdes, árboles, naturaleza, pero siempre con el ruido de fondo del tráfico y el trajín de ciudades tan concurridas.

Me parece muy interesante todo ese contraste de haber vivido en una zona tan increíblemente protegida como es el Berner Oberland en Suiza,  toda Suiza en general, para luego ver la otra cara de la moneda.  La vida industrializada nos come con patatas, a nosotros y a la naturaleza. Son dos extremos, ¿Porqué no un punto intermedio? Entre Pepín y Pepón siempre está Pepe.

Ahora mismo me toca conducir hacia los infiernos. Sé que no será por  mucho tiempo. Mi vida y mis planes futuros no están ahí.

Sólo sueño con un lugar soleado, como cantaban los Ronaldos. Suelo tararear bajito para mí esta canción, con la con la voluntad  de cumplir lo que dice su letra. Seguimos unterwegs, una de mis palabras favoritas en alemán, «en el camino».

 

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