Parece mentira, pero una mañana de domingo de febrero luce el sol todo el día, y con ello salen todos a pasear. Hacen rutas en bici, se juntan los amigos y familia en las casas o en las terrazas, llenas rebosar para tomar los rayos de sol y alguna caña que otra y unos aperitivos antes de comer. Parece que he resumido la idiosincrasia de un país que goza de un motor tan potente y vital como es el sol. Es por eso que decidimos dar una vuelta primero por la costa del Maresme en busca del último pueblo de la comarca, Tordera.
Tordera tiene un conocido mercado que hacen los domingos. Sus calles se llenan de puestos donde venden sobre todo ropa y utensilios para la casa. No es un mercado para turistas, aunque los haya, podíamos escuchar con facilidad a franceses y alemanes. Tiempo atrás el mercado de Tordera es famoso además de por su cantidad de puestos, de ropa, artículos de regalo, frutas y verduras y comida de todo tipo, lo es en especial por la venta de animales. Ahora, igual que en las Ramblas, han ido regularizando este tipo de ventas ambulantes, dejándolo como algo anecdótico, como puede ser en Sineu, el pueblo mallorquín donde viví hace dos años, el único que conserva el mercado de venta de animales.






Y poco más, os dejo con una paseo a vista de pájaro por el pueblo de Tordera y sus alrededores. Buen comienzo de semana.