El pasado fin de semana hicimos una escapada a Holanda, aprovechando el buen tiempo que pronosticaron. El primer fin de semana con temperaturas entre 21 y 22º.
La idea ir al norte de Holanda para visitar una de sus islas, la elegida se llama Schiermonnikoog, una de las islas Frisias. Justo a la misma altura que la ciudad de Liverpool. Pero antes quisimos aprovechar el viaje para hacer una parada en uno de los destinos más visitados en el país de los quesos. Giethoorn, un pueblo donde sus casas están situadas en pequeñas islitas artificiales que puedes recorrer por sus canales de agua, o cruzar con sus puentes de madera. Literalmente había más barcas que personas paseando por los estrechos caminos del pueblo. Las puedes alquilar por 25 euros la hora. Si sois 4 o 6 personas es un precio más que razonable. Y van a motor. ¡Cuidadín con los abordajes a otras barcas!

Fuimos un poco pronto, todavía no tenían flores los jardines, están preparándolos con abono y demás. Pero lo que menos nos gustó fue que era un destino donde los turistas se aglutinaban, sobre todo asiáticos e hindúes. Como siempre, juraría que yo era el único español allá. Con dos horas tienes más que suficiente para visitar el pueblo, después hay nada más, salvo el parque natural que hay al lado, una de las zonas pantanosas más grandes de Europa.
Proseguimos el camino dirección al norte. Elegimos Dokkum, un pequeño pueblo de poco más de 10.000 habitantes para pasar el resto del día y hacer noche allá. Todos y cada uno de los holandeses con los que hablamos fueron muy amables, todos relajados, todo muy naturales. Un holandés andaba tomando el sol con su pareja sentado en un banco. Al escucharme hablar en español me preguntó que de donde venía, si hablaba italiano. Le dije que un poco. Ahí se lanzó a rajar de lo lindo. Entre otras cosas le dio tiempo para preguntar por lo típico cuando se encuentran con un catalán.
- Troppo rumore per Puigdemont, eh?
- Certamente…non parlarmi dell’indipendenza.

La gente tomaba sus cafés, sus cervezas, los niños jugaban, la gente paseaba. Un ambiente bastante distinto al de un pueblo cualquiera alemán. Pero llegan las 18h, y la cosa cambia. Cierran las tiendas y cafeterías y ya no es lo mismo. La gente se recoge, se instaura la calma. Un sábado por la noche. En fin, el ritmo de los norteños.
Al día siguiente nos levantamos temprano para coger el ferry que nos llevaría a la isla. No sin antes marcarnos un buen desayuno para aguantar toda la mañana. En 15 minutos llegamos al puerto de Lawuersoog. Aparcamos el coche en el parking aledaño y nos metemos en el barco. Eran todo holandeses. No reconocimos ni un sólo alemán, y por supuesto, ni un sólo español. Vuelvo a ser el tipo exótico en sitios típicamente autóctonos.
Partimos a las 9:30. El viaje cuesta unos 15 euros ida y vuelta y el parking 5 euros. No está mal. El trayecto dura unos 40 minutos. El paisaje de buena mañana era increíble, el mar completamente en calma. Solamente el barco rompía la quietud de las aguas. No distinguimos el cielo y el mar, el color es completamente igual, de un azul grisáceo. Los pájaros nos siguen, gaviotas y otras aves revoloteadoras. Al acercarnos a la isla podíamos divisar los dos faros que tiene la isla. Uno blanco y otro completamente rojo, en la parte más al oeste de la isla. Nada más llegar corrimos a alquilar unas bicis, las Gazelle suelen ser las mejores. Nada más llegar teníamos dos direcciones, izquierda o derecha. Nos miramos y nos encogimos de hombros. Optamos por la derecha. Acertamos. Fuimos a la zona más deshabitada de la isla, con rutas de caminos de tierra, pequeños puentes para atravesar los numerosos riachuelos, prados verdes y matojos varios. La parte más oriental de la isla tiene un inmenso campo pantanoso, que se pierde el final en el horizonte. Uno de los lugares donde dentro de poco prohíben el paso a los visitantes para dejar a los pájaros que hagan lo que tengan que hacer, copular, criar o lo que se tercie. Pedaleando, pedaleando, llegamos a la mitad de la isla, en el norte, dejamos las bicis a un lado y vamos en buscar del mar siguiendo el rumor de las olas. La playa es inmensa, creo que una de las más grandes que he visto nunca. Las dunas son impresionantes. La fina arena de la playa deja por momentos figuras imposibles moldeadas por el viento. Me asomo a la orilla del mar y soy consciente que es lo más al norte que he estado hasta la fecha.
Seguimos explorando la isla y nos encontramos paran nuestra sorpresa dunas más altas y hasta un bosque de pinos por el que perderte. La isla no deja de sorprendernos, hasta que llegamos al faro rojo. Impresionantes las vistas. Cerca de él se encuentra la zona de hoteles y apartamentos para los turistas. Turistas habían pero no en exceso, la isla está bastante cuidada. Fue el primer parque natural declarado de Holanda. Llegamos a la pequeña población, de poco más de 900 habitantes, el pueblo más pequeño del país. Tiene casas que datan del 1700 y se ven estupendas. Todas con mucho estilo, muy acogedoras.
Lo mejor es el aire relajado que se respiraba en la isla y el que desprendían los holandeses. Una escapada perfecta para un fin de semana. Recomendado para todo aquel que le quede cerca Holanda. Como siempre, dejo un puñado de fotos. No son todas las que son, pero si todas las que están.
Ala, ya está el tipo exótico de viaje otra vez. Te debería promocionar alguna aerolínea o algo, que no paras la pata, y encima documentas el recorrido con fundamento. Yo sería incapaz de aprenderme los nombres, la duración de trayectos y todos esos detalles. Dime la verdad, llevas un bloc para el blog? (Léelo rápido y hace gracia bloc – blog). Bueno, que me voy por las ramas, ¡que me lleves en una maleta!que con tanta escapada ya te has recorrido media Europa. Me gustaron las fotos, has sabido mostrar la parte menos concurrida y parece un paraje curioso para explorar, sobre todo el rollo de ir en bicicleta está muy guay.
PD. ¿Cómo llamas a esos zapatos tan bonitos a los que les dedicas hasta una foto?
Me gustaMe gusta
Eso me lo dice muchas veces mi novia, que porqué no me patrocinan las agencias de viajes o algo parecido. Yo todo por amor al arte, ea. Pues no llevo un blog, lo tengo todo en la cabeza, mi bloc es mi blog, entiendes?, lo escribo así en reciente, precisamente para que no se me olvide donde he estado. Y ya de paso para compartirlo con vosotros. De verdad que es digna de ver la isla. Lo mejor es que tiene zonas muy salvajes, y el pequeño pueblo no rompe con la armonía de la isla.
pd. A esos zapatos los llamo zapatos portugueses. Son echos en Portugal, super cómodos y lo mejor, un chollete, por 20 euros. 😀
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hello again,
Muy bien, nos haces formar parte un poco de tu cuaderno de viajes 😉. Gracias por tus recomendaciones, comparto la opinión de tu novia. Con la dedicación que le pones a anotar tantos detalles, deberían patrocinarte.
PD. Para mí son pisacacas o pisamierdas jeje. Así se les llama en Canarias al menos 😄🍀.
Un abrazote, compi. Sigue teniéndonos informados de tus rutas.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola Burdon, gracias por estas entradas viajeras. Estoy conociendo distintos rincones (y lo mejor no los lugares más «populares») gracias a tu blog, como soy una fan de los faros te diré que la foto del faro rojo es mi favorita y se lleva los laureles. Saludos y que sigas disfrutando los paseos 🙂
Me gustaMe gusta