Hoy hace cuatro años que una mariposa entró en mi casa, o mejor dicho, en mi vida. La trajo el viento del norte, recalando en uno de los pueblos más bonitos y típicos de Suiza, Brienz.
Allí vivía por entonces, entre montes nevados y el lago de Brienz como testigo de aquel encuentro.
Hablábamos en francés. Lo había aprendido años atrás, trabajando con los tunecinos en Fribourg. Ella lo hablaba mejor que yo. Cuatro años después cambiaron las tornas. Pero su español es infinitamente mejor que mi alemán.
Creo que nunca viajé tanto antes como lo hice con esta mariposa. Recorrimos muchos de los rincones que nos reservaba Suiza. Cruzamos un puñado de veces los famosos puertos del Grimsel, el Susten y el Furka, en dirección a el Ticino, la parte italiana de Suiza. Nos perdimos entre glaciares como el Rhonegletcher. Desayunamos en Locarno con Julio Iglesias como música de fondo. Nos maravillamos con las formas caprichosas de las montañas de Lugano y su lago Maggiore. Nos morimos de hambre en Lecco, como en tantos otros sitios que visitábamos en busca de un sitio decente para comer. Nos maravillamos con Varenna, dormimos en Gittana, en aquel palacete con aires hippies. Cruzamos el lago de Como de punta a punta. Perdimos la cuenta de las iglesias que visitamos en Bérgamo, Volvimos a maravillarnos con el Duomo de Milán. Nos perdimos en Le Camargue, seguimos los pasos de Van Gogh en Arlés. Pasamos los Reyes en Toledo, nos quedamos embobados con el atardecer en Jerez de los Caballeros. Tapeamos en Segovia. Dormimos en casa de Maria con el oleaje de fondo del mar Jónico. Nos perdimos en los pueblos más recónditos de Calabria. Nos colgamos en el balcón de Tropea. Celebramos su cumpleaños en Taormina, Nos sobrecogimos subiendo el Etna perdidos en una espesa niebla. Visitamos las Islas Eolias, y cumplimos uno de mis sueños, poner los pies en Strómboli.
Nos metimos sin saberlo en el barrio rojo de Amberes, nos agobiamos con Brujas, nos sedujo Gante. Nos estresó Amsterdam, nos gustó Delft y nos morimos de frío en Utrecht. Nos impresionaron las bandadas de pájaros en la isla Holandesa de Schiermonnikoog, una de las islas Frisias.
Recorrimos la isla de Mallorca de todas las maneras, a pie, en moto, en coche. Perdimos la cuenta de las calas en las que nos bañamos. Nos quedamos de noche en Sa Plaça de Sineu a la fresca. Perdimos la cuenta de las estrellas que podíamos contar en la playa de Es Trenc. Huímos de la marabunta de alemanes en Cala Ratjada. Fuimos en busca de la Sullerica en Sóller, Recorrimos varias veces toda la serralada de la Tramontana, Fuimos Felices a un lado y otro de las murallas de Alcúdia y descubridores tardíos de la Cala de Sant Joan. Si me pongo a recordar y enumerar los sitios donde hemos estado y la gente que hemos conocido no acabaría nunca este escrito, esta efeméride.
Ha habido momentos para todo, risas y llantos, momentos hilarantes y sobre todo mucha comprensión el uno por el otro. Como dice una de sus camisetas, «No time for Drama». Dramas los justos, que esos ya vienen solos.
Y aquí seguimos con la mariposa, que sigue aleteando sus alas, posándose aquí y allá. La misma que cuando es feliz le brillan los ojos y te desarma con su sonrisa ancha, de oreja a oreja.
🥰🥰🥰 precioso 🥰🥰🥰
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☺️
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Me encanta!!!! 🙂
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😀
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