El otro día, le enseñé a mí sobrina Ariadna cómo cazar mariposas con un cazamariposas. Las buscábamos, nos acercábamos a ellas y se escabullían delante de nuestras narices. Nadie quiere ser atrapado y retenido a la fuerza.
Y allí estábamos los dos, la pequeña y el viejo tío correteando entre los limoneros como Marlon Brando jugaba con su nieto en el Padrino II… antes de palmarla.
Cuando atrapé la primera mariposa Ariadna se emocionó.
- ¡Guardemosla!, para que no se escape.
- ¿Para qué Ariadna?
- No sé, porque es bonita.
- Vale, entonces te encierro yo en la habitación todo el día…
- ¡No!
- ¿porqué no? ¡Eres bonita!
Ya lo cantaba Drexler en mi guitarra y vos, uno sólo conserva lo que no amarra.