Vulcano, Lipari y Stromboli. Las islas Eolias (Cap. 6)

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Veinte  minutos antes de las 7h ya estábamos en el puerto de Tropea, esperando para montarnos en el ferry que nos haría el tour por las islas. Después de nosotros llegaron un montón de turistas, alemanes en su mayoría. Pagamos la excursión, nos montamos y allá que nos fuimos. La mañana en alta mar era fresca, estábamos rodeados de un grupo profesores jubilados alemanes y algunos turistas más que iban por libre como nosotros. Todos alemanes. El único español yo, como siempre. El cansancio de la noche anterior hacia mella en nosotros, sólo la espuma de las olas que chocaba contra el barco nos despertaban al mojarnos la cara.

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Desde la mitad de la ascensión al cráter de Vulcano. Con vistas a Lipari.

 

Vulcano

Nuestra primera visita fue Vulcano. Para entonces ya habíamos hecho un puñado de fotos de las otras islas que vimos a lo lejos. Una vez en la isla de Vulcano nos soltaron y ahí que cada uno se buscara la vida, teníamos como hora y media para curiosear por allí. Nos dirigimos al cráter del volcán que estaba a una media hora de allí a pie. La vegetación era diferente, no sabría explicarlo. Las vistas como ya he dicho en otras ocasiones, como de mentira, todo muy bonito. No pudimos llegar a lo alto del cráter, nos quedamos a medio camino, lo justo para ver la panorámica de la isla y ver al fondo la isla de Lipari, nuestra siguiente parada. Acojonante ver como llegaban otros barcos de jubilados alemanes super equipados con bastones y ropa especial para el trekking, con una motivación al andar que nos desmoralizaba.¿De dónde sacaran las fuerzas?

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La ciudad de Lipari, en la isla que lleva el mismo nombre.

Lipari y el eterno verano

Lipari es la isla más grande y la que más habitantes tiene, unos 11.000. Tiene una bonita iglesia, varios museos, la zona de la ruta de los turistas y a la izquierda las casas de los liparienses. Me estoy inventando el gentilicio, no sé cómo se llaman, pero suena molón ser un lipariense. 🙂 Casi, casi, me pareció más interesante ver la vida de la gente de la isla, sus casas, el ruido dentro de los salones a la hora de comer, tranquilo, soleado, como un eterno verano. Para un medio alemán como yo, el contraste del clima es demasiado grande. Comemos en una terracita del puerto, más fotos de rigor y carrerita de vuelta al barco no vaya a ser que nos dejen en tierra, que la siguiente y última parada era la más esperada por mí, ¡Stromboli!

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Stromboli

Stromboli

La isla de Stromboli no es una isla, es un volcán. Y no es un volcán cualquiera, es uno de los más activos del  mundo. De vez en cuando acojona a sus habitantes (unos 400 habitantes más o menos) con alguna de sus erupciones. Lo que si se puede ver de forma permanente es la Sciara del fuoco, el río de fuego. El volcán tiene más de 900 metros de altura, al menos lo que se ve sobre el mar, en realidad tiene 2000 mts, más de 100 bajo el mar. Su última erupción violenta fue en 1930, pero de vez en cuando hay erupciones, la última considerable fue en el 2007. El río de fuego se puede ver subiendo a lo alto del volcán, siempre con visita guiada, donde desde lo alto se puede admirar el espectáculo de ver caer la lava por la ladera norte, o desde el mar con un barco, una opción más cómoda (y segura). A cada 20 minutos o así se puede escuchar rugir el volcán, son las emanaciones de lava. En nuestra corta estancia en la isla, otra hora y media, pudimos escucharla brevemente. Nuestra visita fue exprés, pero nos dio tiempo a coger piedras volcánicas en la playa, arena negra en botellitas,  recorrernos el pueblo de San Vincenzo y tirar todas las fotos que nos fueran posibles. Se pueden alquilar apartamentos en la isla, pero creo que yo con un día tendría suficiente. Acojona un poco saber que estás en un volcán que está vivito y coleando.

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Mi deseo de ver el volcán lo tenía desde que vi la película Stromboli, con Ingrid Bergman, que sucedía en la isla, todo un clásico. Todo eso estuvo muy bien, pero en la isla me pasó lo que vimos en varias ocasiones más, que algunos italianos «maltratan» a los turistas, de forma ruin. Es curioso haber vivido en tus carnes como es ser extranjero en otro país, como emigrante, no es un drama, pero no eres de allí, hay un trato con condescendencia, sutil, pero lo hay. Lo mismo pasa con el turismo, y en el caso de Sicilia y Calabria, más exagerado, intentan aprovecharse del turista, sin ningún remordimiento. No se puede generalizar, pero vimos demasiadas cosas, sufrimos intentos de engaño muy sutiles, empañando la experiencia de todas las maravillas que vimos y de gente maravillosa que conocimos allá, que la hay también.

Aparte de eso, el tour estuvo muy bien, el personal del barco muy agradable. El capitán del barco era italiano y hablaba un perfecto alemán, para poder dar las explicaciones del la ruta y las cosas que íbamos a ver durante el tour, en italiano también, claro. Mereció la pena la experiencia.

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